Intentar domar las emociones es un error que no deberías cometer. Las emociones te pro-porcionan información, aprovéchala.
Cuántas veces no habrás escuchado que debemos controlar nuestras emociones. ERROR… ¡Las emociones no deben reprimirse, controlarse ni domarse!
Las emociones son respuestas inconscientes que juegan un papel fundamental en nuestras vidas, ya que nos permite sentirnos atraídos en situaciones con vibraciones similares a las nuestras, y rechazar aquellas situaciones que no vibran con nosotros.
En la actualidad, son muchos los profesionales de la salud que afirman que la causa de la ma-yoría de nuestras enfermedades se halla en nuestras emociones. De hecho, la Asociación
Médica de Estados Unidos indica que el setenta y cinco por ciento de los problemas de salud están causados por nuestras emociones, y que el estrés se ha convertido en el enemigo pú-blico número uno de la salud en ese país.
Pero ¿qué hay detrás de todas esas afirmaciones?
Cada emoción se caracteriza por tener una frecuencia energética concreta, o lo que es lo mismo, cada emoción presenta un tipo de energía diferente. En consecuencia, cada una re-presenta un estímulo concreto para nuestro organismo, que al mantenerlo activado durante un tiempo prolongado puede acabar generando un determinado problema físico.
Cada emoción presenta una frecuencia energética característica, que fluye y se expande más allá de nuestro propio cuerpo.
Recorriendo el dial de una radio sintonizamos un sinfín de emisoras que llegan hasta la estan-cia en que nos encontramos, sin siquiera ser conscientes de ello. Cada emisora se expande y fluye con su propia frecuencia; el aparato de radio sintoniza con ese estímulo y reacciona transformando la energía que recibe en sonido. Las emociones son como emisoras de radio. Cada una presenta una frecuencia energética característica, que fluye y se expande por nuestro cuerpo y mucho más allá.
Las emociones positivas se caracterizan por tener frecuencias elevadas, mientras que las emociones negativas lo hacen por sus bajas frecuencias.
Estudios realizados en múltiples ocasiones y lugares de todo el mundo, como por ejemplo en el Institute of Heart-Math, en Estados Unidos, demuestran el enorme poder que ejercen las emociones sobre nuestro organismo. Como si de un aparato de radio se tratara, nuestro ADN interpreta las frecuencias de las emociones, respondiendo de forma inmediata.
Las frecuencias elevadas que caracterizan a las emociones positivas, como por ejemplo la gratitud, el amor o la compasión, provocan que las hélices de ADN se desenrollen, se relajen y se expandan.
Por el contrario, las bajas frecuencias de las emociones negativas, como la rabia, el miedo, el estrés, etc., provocan la contracción en las hélices de ADN, que se enrollan sobre sí mismas acortándose.
Intentar reprimir o domar una emoción busca exclusivamente el dejarla de sentir. El peligro radica en no eliminarla por completo, y que se quede en nuestro interior como un bloqueo emocional.
Las emociones que enterramos vivas nunca mueren. Esas emociones atrapadas se amplifi-can, llevándonos a reproducir determinados comportamientos y sentimientos, cada vez que encuentran una situación apropiada para hacerlo.
Pero lo peor de todo es que la baja frecuencia energética con la que vibran los bloqueos emocionales genera un entorno tremendamente ácido; nuestras células se ven obligadas a adaptarse a ese nuevo entorno, lo que con el tiempo nos lleva a enfermar. Es como si estos bloqueos emocionales nos fueran carcomiendo por dentro, hasta que acaban manifestándo-se en nuestro cuerpo físico en forma de enfermedad.
Domar nuestras emociones puede presentar un impacto en nuestra salud física, mental y emocional. Lo que debemos hacer es entender el mensaje que nos muestra cada emoción, y actuar en consecuencia.
Ricardo Eiriz
Creador de Método INTEGRA.
Embajador de la Paz y la Buena Voluntad de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) ante la UNESCO.