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Mi camino

Todo en la vida está en continuo cambio. Desde que nacemos nos vamos haciendo conscientes de que no hay nada que permanezca inalterable.

El paso del tiempo nos lleva a separarnos de nuestros padres, en algún momento incluso de forma definitiva. Los hijos, que cuando nacen parece que sean nuestros, también tienen vida propia, llegando un momento en el que vuelan de nuestro lado. Desde la perspectiva profesional, los cambios también están presentes a lo largo de toda nuestra vida.

Aceptar la realidad, por dolorosa que pueda ser, no significa resignarse a continuar viviéndola del mismo modo. Al contrario, la aceptación es el primer paso para cambiar. La negación, por el contrario, supone un freno total para avanzar y salir del atolladero en el que te encuentras.

Querer que las cosas no cambien es ir en contra de la propia naturaleza de esta vida.

Resistirse y no aceptar las circunstancias tal como se presentan, es como remar contracorriente en un río que jamás dejará de tener agua.

Siendo conscientes de esta realidad cambiante y, sabiendo que las emociones limitan nuestras capacidades mentales e intelectuales, resulta muy poco inteligente y práctico darte el lujo de renunciar a parte de tus capacidades en los momentos en que probablemente más las necesitas.

Nadie puede negar que las circunstancias son las que son. Que la actividad económica ha sufrido una caída sin precedentes. Que un elevado porcentaje de la población ha perdido sus empleos. Que buena parte de la población ha visto cómo sus ingresos se reducían significativamente, o incluso desaparecían por completo. Y que cada vez son más las personas que requieren de ayuda caritativa para poder comer.

Esas son las circunstancias que nos ha tocado vivir. Cómo las vivimos cada uno es una decisión personal.

Los juicios, la culpa o la sensación de injusticia pueden aparecer en muchos de nosotros. Es evidente que las cosas siempre podrían haber sido gestionadas de forma diferente, que las decisiones siempre podrían haber sido otras, y que las consecuencias de esas realidades alternativas nos hubieran llevado a vivir un presente distinto. Pero el pasado no se puede cambiar. Lo único sobre lo que podemos actuar es sobre el presente.

El futuro es incierto. Esa es también una realidad innegable que afecta a toda la población mundial. La perspectiva global debe ayudarnos a dejar de mirarnos el ombligo. Hay vida más allá de la pandemia.

El mundo y la sociedad continúan y continuarán existiendo, aunque evidentemente con cambios importantes. Cada uno de nosotros debemos encontrar nuestro lugar en ese nuevo mundo, y eso debemos hacerlo desde el momento presente.

La palabra preocupación muestra lo que realmente hay detrás. “Pre-ocuparte” significa ocuparte anticipadamente, o lo que es lo mismo. Ocuparte antes de que realmente debas hacerlo.

Si deseas ocuparte antes, actúa desde la prevención, es decir, en aquello que realmente puedas incidir. No lo hagas centrando tu atención el aquello que podría llegar a suceder, sin que realmente haya sucedido.

Quizás estés sumido en una crisis personal y profesional. Si es el caso, ver las crisis desde la óptica positiva te ayudará.

Las crisis son oportunidades que nos permiten alcanzar mayores niveles de excelencia. De no ser por las crisis, la mayoría de personas no moverían el culo del asiento, no se enfrentarían a nuevos retos, y no descubrirían las capacidades reales que tienen todavía sin identificar y utilizar.

Una crisis es una oportunidad maravillosa para descubrirnos a nosotros mismos, para crecer interiormente y desarrollarnos hasta niveles insospechados.

Es habitual sentir inicialmente una cierta pereza cuando nos vemos forzados a actuar para comenzar de nuevo. Pero al mismo tiempo, la necesidad despierta la creatividad, la iniciativa y la motivación. El único freno real está en uno mismo, y en particular en el miedo y la resignación.

Todos tenemos la capacidad de liberarnos de esos pensamientos de desesperanza, vacío, frustración o impotencia que pueden acompañarnos en los momentos más difíciles. La clave está en alinear nuestro subconsciente con una forma alternativa de juzgar la realidad que tenemos ante nosotros.

Interiorizar la aceptación de la pérdida, valorar lo que tienes y tu potencial, permitirte ser ayudado, desarrollar la paciencia, la sensatez y la templanza, y confiar totalmente en ti mismo y en tus capacidades, te llevará a ver el futuro con ilusión y optimismo.

Saber gestionar tus recursos interiores, o lo que es lo mismo, poner a trabajar a tu subconsciente en la construcción de la realidad que deseas vivir, es la clave para dejar de luchar y pelear.

Quizás debas comenzar de nuevo a nivel profesional, como a buen seguro has hecho en algún momento anterior de tu vida. Sumando tu experiencia, al aprovechamiento del tiempo que tienes en la actualidad para prepararte y capacitarte, a buen seguro que tus oportunidades serán mayores que en el pasado.

Todas las experiencias vividas suponen una preparación para el futuro. De la pandemia podemos extraer grandes aprendizajes, entre los que destacaría la gran resiliencia que las personas tenemos, y la capacidad de dar lo mejor de nosotros mismos en situaciones límite, como nos ha demostrado el personal sanitario, y buena parte de la población a través de la solidaridad.

Ser conscientes de que buena parte de nuestras necesidades materiales son totalmente prescindibles, nos da libertad para visualizar el futuro que deseamos construir.

Un aspecto enormemente trascendente en estos momentos en los que debemos establecer los cimientos para una nueva vida, es la conexión que la mayoría hemos hecho con aquellos valores que deben guiar nuestro camino. Se trata de valores que nos facilitan el poder conectar con nuestra misión de vida con mayor nitidez y disfrute.

Cimentar nuestro futuro en el amor, la compasión, la solidaridad, la colaboración, la responsabilidad social y, por supuesto, en la familia como eje vertebral de nuestras vidas, nos llevará a crear una realidad benévola, alineada con la vida que siempre hemos deseado tener.

 

Texto extraído del libro Primeros Auxilios Emocionales en tiempos de pandemia.

Ricardo Eiriz